El faro de Kallur es uno de los lugares más singulares de todo el Atlántico Norte. Su ubicación privilegiada, rodeado de acantilados de cientos de metros de altura, lo convierten en un lugar icónico en las Islas Feroe. Pero como todo lugar privilegiado, se encuentra escondido tras diversos obstáculos que hay que superar con determinación. La recompensa final merece la pena: encontrarse al borde del abismo y con unas vistas únicas de la montaña de Borgarin, de la isla de Eysturoy de las islas Kunoy y Viðoy.
Cómo llegar al faro de Kallur
El primer obstáculo que hay que superar para poder llegar a Kallur es el ferry que conecta Klaksvík con la isla de Kalsoy. Si sales desde Tórshavn, tardarás aproximadamente 1h y 15 minutos en llegar hasta la capital en el norte, Klaksvík.
Los ferrys tienen diferentes horarios según la época del año. Lo más recomendable es mirar la página web oficial de ferrys de las Feroe. El tiempo de trayecto hasta llegar a Syðradalur, la pequeña localidad donde se encuentra el puerto de Kalsoy, dura unos 20 minutos. El precio con coche incluido es de 80DKK (unos 10€), lo que hace que el viaje sea económicamente factible. Además, el paisaje que discurre entre Klaksvík y Syðradalur es realmente precioso, sobre todo si el día está despejado y se puede disfrutar de la perspectiva de las diferentes montañas de las islas circundantes.
El pequeño puerto de Syðradalur es diminuto. Una vez el coche baja del ferry lo más recomendable es dirigirse directamente hasta Trøllanes, un pequeño pueblo situado a las puertas del sendero que conduce hasta el faro de Kallur, el faro del fin del mundo.
Tras alcanzar el faro de Kallur y visitar Trøllanes, te recomendamos seguir explorando la isla y descubrir la leyenda de Kópakonan.
Kallur lighthouse, el faro del fin del mundo
Los faros son los vigías del fin del mundo, unos edificios históricos localizados en lugares remotos con el único fin de proteger a los marineros. Es por eso que Kallur, que realza al máximo todas las características de los faros que conocemos, se ha convertido en un lugar de referencia para nosotros. A día de hoy, varios meses después de haber regresado de las Islas Feroe, el faro de Kallur es uno de los lugares que nos inundan la mente cuando pensamos en ese maravilloso y remoto archipiélago.
El diminuto y privilegiado pueblo de Trøllanes es el inicio del sendero que nos conducirá hasta el faro. No resulta difícil encontrar el camino, ya que muchos senderistas lo realizan. Es importante seguir el camino marcado – en muchas ocasiones por las huellas que dejan otros excursionistas – y dejarse llevar por las impresionantes vistas que enmarcan el camino. En muchas ocasiones la caída en vertical hasta el océano es de varios centenares de metros. Ese factor, junto con el hecho de saber que estás en un lugar remoto, hace que la sensación de estar en un lugar único se multiplique.
El tiempo que se tarda en realizar la excursión hasta el faro de Kallur son unas 4-5 horas (ida y vuelta).
Al llegar a las proximidades de Kallur lighthouse, el verde de los acantilados se funde con la niebla espesa que se acumula en la cima de la montaña que se encuentra en uno de los extremos de la isla. El sendero vertiginoso en el que se encuentra ubicado el faro de Kallur termina en la enorme y gigantesca pared vertical de esa montaña, tallada casi a la perfección por la naturaleza, y que bloquea las nubes que llegan del norte. Esas nubes, que muchas veces se confunden con niebla, revolotean por encima del faro, otorgándole un aura de misterio y soledad fascinantes.
En ese paraje inhóspito, el pequeño faro de Kallur se alza como un auténtico gigante en el fin del mundo. Lo más impresionante es cruzar un estrecho desfiladero que conduce a un pequeño montículo en el que las vistas del faro son impresionantes. Desde el brazo del desfiladero, al que se accede haciendo ejercicios de equilibrismo luchando contra el viento y el abismo que se abre a cada lado, se puede disfrutar de una panorámica sin igual.
La vista del faro de Kallur deja sin aliento. Al sur está el acantilado de la montaña Borgarin de 537 m de altura. Al oeste se ve la isla Eysturoy y al este se ve el lado norte de las islas Kunoy y Viðoy.
El sendero de regreso a Trøllanes es el mismo que el de la ida, pero con un par de sorpresas que reconfortan al final del camino.
El kiosko del fin del mundo, en Trøllanes
En el pequeño pueblo de Trøllanes es famoso en todas las Islas Feroe por las leyendas de trolls que allí habitan. Según cuentan las historias populares, el pequeño valle donde se ubica Trøllanes era el hogar de numerosos trolls, que habitaron esas tierras hasta que la mujer Giðja los ahuyentó en nombre de la religión cristiana.
Más allá de curiosidades y leyendas, Trøllanes es famoso por su antigua forja – que sigue en activo y se pueden comprar artilugios de metal hechos a mano por los locales – y por el kiosko del fin del mundo. Ese pequeño local es un simple contenedor reaprovechado como tienda en el que se pueden comprar recuerdos de la isla de Kalsoy. También es el lugar ideal para retomar fuerzas tras la excursión y maravillarse por última vez de ese lugar remoto e increíble.
Si estás pensando viajar a las Islas Feroe, te recomendamos echarle un vistazo a nuestro artículo en el que hablamos sobre el presupuesto de viaje al archipiélago de las Feroe. Si tienes cualquier duda acerca de tu viaje, escríbenos y te ayudaremos 🙂
El faro de Kallur nos dejó maravillados. Tanto, que aún recordamos esa sensación de melancolía que sentimos a medida que nos alejábamos con nuestro antiguo y destartalado coche por la carretera de Trøllanes. Esa sensación de pensar que probablemente, nunca más visitemos ese lugar del que nos alejábamos…