El despertador suena a las 7:30 de la mañana. Amanecemos en Galway, una pequeña ciudad irlandesa a poco más de 2 horas y media en coche de Dublín. Desde luego, no son horas para levantarse de la cama estando de vacaciones. Pero las ganas de explorar la ciudad pueden con nosotros, sobre todo después de abrir la ventana y ver ese espléndido horizonte de fuego que tenemos justo en frente de nosotros. Aún es de noche, pero los primeros rayos del sol juguetean con las nubes en una explosión de colores sin igual.
Decidimos vestirnos rápidamente y, a pesar de que queríamos desayunar pronto para salir en dirección a los Cliffs of Moher lo antes posible, cambiamos de planes. Nuestro Bed and Breakfast se encuentra cerca de la bahía, a unos 10 minutos caminando. Pero la emoción de poder disfrutar de ese amanecer puede con nosotros y a cada resquicio de cielo que vemos entre las casas, nos paramos a contemplarlo. La temperatura es baja, muy baja, en un paradójico contraste con el caluroso amanecer que nos brinda Galway en nuestro primer día entre sus calles.
Y por fin llegamos a la bahía. Solo tenemos que cruzar la carretera (con mucho cuidado de mirar a la derecha, ya que aquí las cosas son muy diferentes) y correr hacia la orilla por un césped húmedo a causa del rocío. En frente de nosotros tenemos el lago, en el que se refleja el rojo intenso del amanecer de Galway, algunas casas de la ciudad que se tiñen de sombras y el cielo, encendido del color del fuego. Observamos el amanecer en silencio, solo roto por algún que otro sonido de la cámara. Estamos solos. El color rojo pasa a naranja, mientras las gaviotas empiezan a hacer sus primeros vuelos en busca de alimento. La paz que se respira es inspiradora. Solo por momentos así merece la pena viajar.
Con el color amarillo, la antesala de la luz cálida del sol que ya se alza, decidimos regresar al B&B. Allí nos esperaba un desayuno tradicional irlandés con huevo, judías y bacon, que debían darnos energía para disfrutar de los maravillosos acantilados de Moher. Pero el desayuno ya no nos hacía falta. Nuestras pilas se habían cargado con ese cielo rojo del color del fuego de Galway. Un amanecer que nunca olvidaremos.
Los Cliffs of Moher nos estaban esperando, y el inicio del día no podía ser más prometedor. Aunque eso ya forma parte de otra historia.
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Hola viajero
Sobran las palabras sobran los adjetivos senzillamente es sin ningun tipo de dudas es el amanecer mas espectacular y hermoso que haya visto jamás. Recuerdo mi cara de sorpresa y fascinacion cuando vi la foto, increible crack, solo por eso merece levantarse a esas horas aun cuando viajamos.
Ni que lo digas Víctor, la verdad es que el amanecer que vivimos en Galway fue espectacular. Lo recordaremos siempre 😀
Gracias por comentar crack!