Aventura en Java: el desove de las tortugas marinas en Sukamade

Nuestro viaje por la exótica isla de Java nos había llevado a conocer lugares sagrados y naturales de una belleza sin igual. Un auténtico sueño para cualquier viajero que busque sentirse en un lugar tocado por los dioses. Hasta la fecha habíamos visitado Borobudur, el templo budista más grande de todo el planeta, uno de los lugares más fascinantes en los que hayamos estado. También pudimos conocer Prambanan, el templo hindú más grande del mundo. Por último, otro de los hitos de esos primeros días de viaje lo enmarcamos en el mo

nte Bromo, uno de los símbolos más reconocibles de toda Indonesia, esa amalgama de más de 17.000 islas repartidas entre las aguas del Océano Índico y diferentes mares que bañan sus costas.

Prambanan, en Java. Ver el desove de las tortugas en Indonesia, Sukamade.

Pero todavía restaban 2 días de viaje por Java que debían ser sinónimo de aventura, una auténtica incógnita en todos los sentidos y que tenía como punto álgido ver el desove de las tortugas en Indonesia, en la playa de Sukamade. ¿Quieres saber cómo terminó esta última aventura antes de saltar a Bali?

Te vamos a contar nuestra experiencia en este lugar que, a día de hoy, recordamos como uno de los más bonitos y emocionantes de nuestro periplo.

 

Nuestro camino hasta Banyuwangi

Hasta ese momento habíamos estado viajando con Anik e Irianto, una pareja de conductores/guías que nos ayudaron a cruzarnos prácticamente toda la isla desde Yogyakarta hasta el extremo este de Java. Viajamos con ellos en su pequeña pero coqueta furgoneta durante miles de kilómetros hasta llegar a Banyuwangi, el emplazamiento en el que a la mañana siguiente debía recogernos nuestro guía en Sukamade, Supriyadi. Contactamos con él gracias a Anik e Irianto, quienes nos pasaron su perfil.

Supriyadi es un hombre que ama su tierra y la gente de su localidad, una persona que además conoce el valor de la naturaleza y trata de conservarla, pero sin renunciar al progreso. Su esposa es profesora en el pueblo y, junto a ella, tiene una academia de inglés en la que trata no solo de enseñar a los más pequeños ese idioma universal, sino que también intenta llevar visitas de viajeros aprovechando su condición de guía en Sukamade para que los niños practiquen inglés y tengan contacto con personas de una cultura tan distinta a la suya.

Por lo tanto, el plan para esos dos días que teníamos todavía por delante en la isla de Java era excitante: recorrer en un jeep 4×4 la zona sureste de la isla de Java, hacer una visita a la escuela de su localidad, compartir un rato con los alumnos y, finalmente, llegar al Santuario de conservación de tortugas de Sukamade, donde veríamos el desove de las tortugas en Indonesia por la noche. ¡Un auténtico planazo!

Recogida en el hotel y trayecto hasta Sukamade

La mañana de la recogida estábamos nerviosos, ya que solo habíamos estado en contacto con Supriyadi vía whatsapp. El trato había sido inmejorable, pero los nervios son absolutamente normales en una situación así. Estás a miles de kilómetros de casa, en una isla enorme y exótica como Java y tus siguientes 2 días están en manos de una persona que todavía no conoces. Mientras desayunábamos estábamos mirando constantemente la zona de la calle para ver cuándo llegaría…hasta que, con unos 10 minutos de antelación a la hora fijada, un enorme todoterreno negro entró por el parking del hotel. Del coche bajaron 3 personas con una sonrisa en el rostro, a las que se notaba igual de expectantes que nosotros. Supriyadi era uno de ellos, ataviado con su característica gorra y dispuesto como siempre a liderar a su equipo.

Supriyadi en la recogida en el hotel

Llegó el momento de conocerlos, así que intentamos hacer gala de nuestro mejor nivel de inglés y fuimos con decisión a saludarlos. En total eran tres: el chófer, el fotógrafo y por supuesto Supriyadi, nuestro guía y, ahora ya después de la experiencia vivida, también amigo. Nos reconocieron al instante y nos saludaron efusivamente, dándonos una cálida bienvenida. Rápidamente Supriyadi nos preguntó si estábamos preparados para la increíble aventura por la jungla que nos había preparado, con el colofón final de ver el desove de las tortugas en Sukamade, en la costa de Java. ¡Por supuesto que estábamos preparados! Así que, sin más interrupciones, cargamos nuestras mochilas en el coche y pusimos rumbo a nuestra primera parada: la escuela del pueblecito de Supriyadi.

El trayecto hasta llegar a la escuela debió durar aproximadamente una hora y media. Durante ese tiempo, Supriyadi nos estuvo explicando de forma entusiasta el proyecto que tiene en su localidad. Una academia de inglés en la que los niños locales pueden ir a aprender y en la que, además, organiza visitas de viajeros para mostrar el mundo exterior a esos niños. Supriyadi es un buen ejemplo de una persona que, a pesar de que ama su tierra, tiene una visión global del mundo y entiende que una buena educación para los niños de su pueblo pasa también por estar abiertos al mundo.

En realidad, ahora que podemos pensarlo desde la perspectiva que otorga el tiempo, la maravillosa experiencia que estábamos a punto de vivir no solo fue buena para los pequeños, sino también muy instructiva e ilusionante para nosotros. Aquella ruta hacia la playa de Sukamade para ver el desove de las tortugas en Indonesia, se iba a convertir en un recuerdo mucho más bonito y completo de lo que pensábamos.

De camino a Sukamade para ver el desove de las tortugas en Indonesia, Java.

El recibimiento en la escuela, una experiencia maravillosa

El pueblo de Supriyadi está rodeado de naturaleza. Muchas plantas exóticas de un tamaño gigantesco rodean las humildes pero bien cuidadas casitas de sus vecinos. Algunos están sentados frente al pequeño porche de su casa tendiendo la ropa. Otros van en motocicleta sin casco, una costumbre muy habitual en Indonesia. Otros simplemente caminan o ven la vida pasar. Pero todos ellos tienen algo en común: parecen felices, viven el presente con una cara serena, con una sonrisa en el rostro cuando se cruzan nuestras miradas. Sin ninguna duda, este pequeño pueblo del sureste de Java es un lugar apacible y hermoso, en el que la vida transcurre sin estrés ni prisas.

Supriyadi, que hasta ese momento no había parado de contarnos anécdotas acerca de su trabajo, su vida y los numerosos proyectos en los que está vinculado, de pronto se puso algo nervioso. Quería que todo saliese a la perfección, así que en la esquina previa a la escuela mandó detener el jeep a su amigo y conductor. Su objetivo era llamar al director de la escuela para asegurarse de que todo estuviera “ready”, tal y como nos comentó mirándonos con ilusión. Nosotros, que no sabíamos prácticamente nada de lo que nos íbamos a encontrar al dar la vuelta a la esquina y llegar a la puerta de la escuela, estábamos expectantes.

La emoción era máxima y, de pronto, el coche arrancó lentamente y pudimos atisbar al fondo de la carretera la puerta de la escuela. Ya en ese preciso instante, con algo más de 150 metros de distancia, pudimos observar algunos niños emocionados alrededor de la entrada. A medida que nos fuimos acercando, el sonido característico de una escuela invadió todo el ambiente: sonrisas, gritos de emoción y la sensación de una muchedumbre esperándonos en el interior del patio. En ese momento nuestros nervios se dispararon y nos dimos la mano, preparándonos para un momento inolvidable.

Escuela en Java. Ver el desove de las tortugas marinas en Indonesia.

Al acercarnos a la puerta de la escuela una multitud de niños ataviados con el uniforme de la escuela, similar al de los “boy scouts” pero de un color oscuro, vinieron a recibirnos, acompañando al coche mientras entraba por el acceso. Nos sentimos por un momento como unas auténticas estrellas del rock. Todos nos sonreían, nos querían dar la mano por la ventanilla, nos saludaban, nos daban la bienvenida. Nosotros, tan poco acostumbrados a esa sensación, no podíamos parar de sonreírles y saludarles. Pero el momento álgido de esa increíble bienvenida llegó al bajar del coche. De pronto tuvimos cientos de niños a nuestro alrededor, todos ellos completamente felices de tener a dos personas occidentales de visita en su bonita escuela.

Como regalo de bienvenida, el director de la escuela nos colocó un fular a cada uno, de color rojo y amarillo. Todavía rodeados de niños y de una inmensa alegría, pudimos observar la escuela: tres edificios estructurados alrededor de un enorme patio en el que los alumnos, como arte de magia, empezaron a colocarse en orden. El director de la escuela, junto a Supriyadi, nos dijo que habían preparado un pequeño baile de bienvenida para nosotros. Ese baile, muy organizado, era tradicional de la isla de Java. Los niños y niñas que participaron en la danza también iban ataviados con el mismo fular que nos habían regalado a nosotros. Fue realmente espectacular.

Colegio en Java, Indonesia durante nuestra aventura para ver el desove de las tortugas en Indonesia.

Tras esta cálida bienvenida, acudimos a la clase de la esposa de Supriyadi. Los 50 metros que nos separaban del aula fueron realmente difíciles de recorrer, ya que teníamos a todos los niños queriendo recibir nuestra atención. Tal era la emoción de los pequeños que la profesora tuvo que empotrar una de las mesas contra la puerta para que la multitud de alumnos que se amontonaban en el exterior de la clase no invadieran el aula. ¡Impresionante!

Una vez dentro, cada uno de los niños y niñas (de entre 7-9 años de edad), vino a saludarnos uno por uno. Se presentaban en inglés y nos entregaban una carta en la que nos habían dejado por escrito su comida preferida, el nombre de sus familias y lo que les gustaría ser de mayor. También estuvimos charlando con ellos un rato, intentando dinamizar la clase. Además, hicimos un pequeño juego de preguntas para repartir unos cuantos regalitos que trajimos desde España. Fue una experiencia realmente enriquecedora y maravillosa.

Pero el viaje debía continuar, así que después de despedirnos de los profesores de la escuela, pusimos rumbo de nuevo a Sukamade. Esta vez ya para adentrarnos en la jungla.

Viaje hasta Red Island

La siguiente parada era Red Island, también conocido en lengua local como Pulau Merah, un lugar de costa bañado por el Océano Índico, de una gran belleza. Para llegar hasta allí nos quedaba atravesar el camino más complejo y a la vez el más divertido, una carretera que atravesaba la jungla. Ese trayecto duró aproximadamente una hora debido a la dificultad del camino. Pasamos por muchos baches, zonas en que la carretera se encontraba inundada y otras en las que las raíces de los gigantescos árboles que nos rodeaban nos impedían circular con normalidad.

Entre tanto bote, pudimos deleitarnos on el espléndido paisaje que teníamos a nuestro alrededor. Bosques de árboles tropicales de más de 50 metros que no dejaban pasar más que pequeños rayos de sol entre las hojas de sus copas; monos saltando de una rama a otra; aves exóticas revoloteando y un sinfín de flores de gran colorido adornando los márgenes de nuestro camino. Una experiencia que terminó en la ya mencionada Red Island, donde teníamos previsto hacer una parada para comer y disfrutar del paisaje.

Red Island de camino a la playa de Sukamade para el desove de tortugas en Indonesia.

La zona de Red Island es un pequeño pueblo costero que cuenta con una playa en forma de medialuna muy extensa y tranquila. Cuando llegamos, no vimos absolutamente a nadie, salvo una señora que vendía comida en un puestecito hecho de bambú. A su alrededor había un montón de bancos vacíos y, al fondo, tras unas palmeras, se podía divisar la línea que dibujaba el océano en el horizonte. Supriyadi nos invitó a acercarnos a la playa y, sobre la arena, desplegó una enorme toalla para que pudiéramos admirar el paisaje en soledad. Además, nos trajo unos cocos recién abiertos. La playa de Pulau Merah es espectacular, de arena dorada y fina, con unas olas suaves pero constantes cuyo sonido se mezcla de forma armoniosa con el de las palmeras. Frente a la playa, además, se encuentra un peñón muy característico de piedra roja que da nombre a la playa: Red Island.

Pulau Merah, en Red Island. Java.

Jungla de Java, en Indonesia. De camino al desove de las tortugas en Indonesia, playa de Sukamade.

Una vez terminamos ese pequeño tentempié, nos dirigimos nuevamente a la señora del puesto de comida. Ella era la encargada de realizar la comida del día, además de enseñarnos a hacer una salsa de cacahuetes deliciosa que es tradicional en Java: el Rujak Lonton. El proceso consistía en machacar con una piedra los cacahuetes para hacer una masa uniforme que permitiese luego condimentar los platos. Un menú que, por cierto, estaba delicioso y se componía principalmente de arroz y frutas. Al acabar, recogimos las cosas y nos despedimos de ese lugar espectacular. Ahora ya sí, la siguiente parada de nuestra ruta era la playa de Sukamade, el lugar donde íbamos a cumplir uno de esos sueños viajeros que tanto se anhelan desde la distancia: ver desovar tortugas en Java.

Comida en Red Island, de camino a Sukamade

Santuario de tortugas de Sukamade

El último tramo de carretera por la jungla nos estaba esperando. En esta ocasión, tras otros 40 minutos entre baches y naturaleza frondosa rodeando las montañas, salimos a una zona de valle más despejada. En esta parte de la ruta pudimos ver pavos reales caminando entre la hierba, cocoteros gigantescos que nos hacían mirar hacia arriba constantemente por el peligro de que cayesen hacia el suelo y, sobre todo, un río que se interpuso en nuestro camino hacia Sukamade. Supriyadi, siempre alegre, nos dijo que tenía preparada una sorpresa para cruzar el río. Nosotros, dispuestos a la aventura, aceptamos el reto sin ni siquiera saber de qué se trataba. El reto consistía en subir al techo del jeep y cruzar el río a una buena velocidad. La experiencia fue realmente bonita, ya que nos encontrábamos rodeados de una naturaleza exótica cruzando un río subidos al techo de un todoterreno. ¿Acaso podíamos pedir algo más?

Encima del jeep 4x4 de camino a Sukamade a ver el desove de las tortugas en Indonesia

De camino a la playa de Sukamade a ver tortugas

La llegada al Santuario de tortugas de Sukamade fue ya por la tarde, sobre las 18h. Al ser un santuario dirigido por las autoridades locales, no está orientado al turismo. Eso hace que los servicios que ofrecen no sean los propios de los estándares occidentales, aunque a nosotros no nos importó. Estábamos en la jungla, al lado de una playa salvaje del sudeste de la isla de Java, así que la pequeña y destartalada habitación en la que dormimos solo era un añadido más a la aventura. El plan era cenar pronto (un buen plato de fruta fresca como pitaya, mango y otras delicias de la zona junto con arroz y judías) y luego tener un rato libre para poder ver las instalaciones del centro.

El santuario de tortugas de Sukamade es austero y humilde, pero cuenta con todo lo necesario para poder llevar a cabo el objetivo principal del mismo: proteger los huevos de tortuga que desovan en la playa de Sukamade y asegurar que puedan nacer antes de dejarlas en libertad. Por eso, tienen varios recintos bien protegidos donde depositan los huevos y otros en los que conservan a las pequeñas tortugas recién nacidas hasta que llega el momento de dejarlas en la playa. Tienen entre 3 y 4 especies diferentes, y se diferencian en gran parte por su tamaño y colores. La idea de nuestro viaje era salir a medianoche para encontrar alguna de las tortugas que acuden a la playa a desovar, recoger los huevos para evitar que los depredadores (generalmente aves como las gaviotas y cangrejos) se los coman y, al día siguiente, bien temprano por la mañana, soltar unas cuantas tortuguitas que ya habían cumplido su ciclo en el Santuario.

Santuario de tortugas de Sukamade, en Java.

El desove de las tortugas en Sukamade, en la isla de Java

A medianoche, después de haber descansado un rato en la habitación, salimos. Allí estaba esperando una pareja de belgas con sus dos hijas y un par de turistas locales que también se habían apuntado a la experiencia. Uno de los técnicos del santuario se acercó a nosotros y, bajo la luz de su linterna, nos explicó las normas básicas de la observación del desove de las tortugas en la playa de Sukamade. Lo primero de todo, debíamos tener paciencia. Una experiencia de ese tipo no tiene reglas ni horarios, sino que depende única y exclusivamente de la madre naturaleza. Debíamos permanecer en silencio, para no espantar a las tortugas que se animasen a desovar en la playa. Y, por último, pero no menos importante, debíamos permanecer en total oscuridad.

Después de estas pequeñas normas de conducta, avanzamos directamente hacia el pequeño trozo de selva que separa el santuario de la playa de Sukamade. Es un trozo relativamente pequeño pero muy frondoso, lleno de humedad y de hojas secas de cocoteros que dificultan el camino. Tras unos 10 minutos a pie, llegamos a una enorme playa salpicada por la luz de las estrellas y las olas del mar. Allí, arropados por la luz de la luna y las estrellas, nos sentamos en la arena a esperar pacientemente el aviso de los técnicos del Santuario, que inspeccionaban la playa en busca de una mamá tortuga.

Desove de las tortugas en Indonesia, en la playa de Sukamade.

Pasaron unos 45 minutos en los que estuvimos hablando con Supriyadi de muchos temas, algunos de ellos relacionados con el folklore de Java, como por ejemplo la leyenda que da nombre a toda la región de Banjuwangi. Finalmente, tras la amena espera, uno de los técnicos se acercó hacia nuestro pequeño grupo para que lo siguiéramos. Estábamos de suerte, ya que una enorme tortura verde había llegado a la playa para desovar.

Caminamos unos dos cientos metros por la fina arena de la playa de Sukamade en silencio hasta llegar al lugar donde se encontraba la tortuga. Era enorme y, con la ayuda de sus aletas traseras, estaba haciendo un pequeño agujero en la arena para depositar los huevos. Este ritual es muy importante, ya que la arena debe de estar a una temperatura determinada para que los huevos eclosionen al cabo de unos 40 días. Además, una correcta profundidad también asegurará que las crías puedan desarrollarse alejadas de los depredadores.

Una vez la tortuga se sintió confortable, empezó a expulsar huevos sobre el hueco. Los huevos son blancos y muy parecidos al tamaño de una pelota de golf. A medida que iban cayendo en el agujero, los técnicos del Santuario de tortugas de Sukamade iban recogiéndolos para contabilizarlos y después transportarlos al centro de conservación.

En total, llegamos a contar más de cien huevos depositados en la arena. Pudimos incluso tocarlos. Son duros y tienen una capa viscosa alrededor. Finalmente, los técnicos del centro recogieron los huevos y pudimos ver cómo la tortuga se iba alejando tranquilamente hacia el océano. En aproximadamente 40 días sus crías deberán enfrentarse a la madre naturaleza, a veces maravillosa, pero otras muy cruel, e intentar sobrevivir por sí solas en un océano lleno de peligros. Los especialistas nos contaron que solo 1 de cada 1000 llega a la edad adulta. El día llegaba a su fin. Había sido largo, pero maravilloso.

Tortugas en libertad en Sukamade

El despertador sonó sobre las 5:30h de la mañana. Nos levantamos algo perezosos y tras haber pasado una noche llena de sorpresas. Primero el desove de las tortugas en la playa y, después, un colchón difícil en una habitación con bastantes insectos (algo normal, teniendo en cuenta su localización única).

Desove de tortugas en la playa de Sukamade, Java.

Nos acercamos a la hora fijada delante de las puertas del santuario, justo en el pequeño recinto donde las diminutas tortugas ya revoloteaban en la arena. Ellas ya habían cumplido su ciclo y debían emprender la aventura de vivir y crecer en solitario. A todos y cada uno de nosotros nos dieron un cubo y depositaron dentro unas 20 tortuguitas. La sensación de tenerlas tan cerca y ver cómo se movían y nos miraban con sus pequeños ojos es indescriptible.

Algunas eran de color negro y otras verdes, las dos especies principales que desovan en Sukamade. Las negras eran más pequeñitas que las verdes, pero igual de bonitas. Con mucho cuidado volvimos a adentrarnos entre el follaje siguiendo el sendero de la noche anterior hasta llegar a la playa. Esta vez pudimos verla con la luz del sol. Era extensa, de unos 2 kilómetros. Además, contaba con una gran anchura desde la zona verde que separaba el Centro de Conservación hasta el Océano Índico.

El momento en que las tortugas tocan la arena y se dirigen instintivamente hacia el océano es muy importante en su futuro. Gracias al tacto de sus aletas y su barriga con la arena, son capaces de guardar en su memoria el lugar exacto en el que realizan ese primer recorrido. La temperatura, el tipo de arena, la distancia hasta el agua…señales que para nosotros pasan desapercibidas, pero que para ellas se convierten en un mapa mental que muchos años después les sirve para volver a desovar sus propios huevos en la misma playa en la que han nacido ellas. En Sukamade.

Tortugas marinas en la playa de Sukamade, Java.

Antes de dejarlas caminar libremente por la arena nos tomamos un momento para cogerlas una a una, observarlas de cerca y hacernos alguna fotografía. Todas ellas eran distintas, pero todas igualmente bonitas. El milagro de la naturaleza en un ser tan pequeño, a punto de enfrentarse a la realidad del océano. Pero el primer reto es conseguir llegar hasta el agua. Las aves rapaces y los cangrejos están muy atentos a este momento, ya que para ellos el alimento que supone la ingesta de una tortuga es muy importante para su dieta. Nosotros, en desacuerdo con esa ley natural, intentamos ahuyentar a todas las aves que veíamos revolotear alrededor de la línea de tortugas que salían de nuestro cubo en dirección al océano.

Todas llegaron sanas y salvas al mar, donde les espera todavía un reto mayor: sobrevivir a todos los peligros y depredadores que encontrarán durante toda su etapa de crecimiento. Quién sabe, quizás alguna de las pequeñas tortugas que soltamos aquel día en la playa de Sukamade sigue disfrutando de sus paisajes en la actualidad.

Si quieres disfrutar de una experiencia como la que vivimos nosotros, envíanos un mensaje privado y te facilitaremos el contacto de nuestro guía en Java, nuestro amigo Supriyadi.

Nuestra aventura en la playa de Sukamade había terminado. Supriyadi se despidió de nosotros y se aseguró de que su colega conductor nos dejase en la terminal del ferry a la hora indicada. Esta había sido una etapa maravillosa de nuestro viaje, pero todavía quedaba mucho por vivir. En esta ocasión, en la Isla de los Dioses. La maravillosa Bali.

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2 Replies to “Aventura en Java: el desove de las tortugas marinas en Sukamade”

  1. Tono Biforcos

    Hola, estaba planeando mi viaje a Indonesia y he caído en este “con billete de vuelta” que despues de leerlo ya estoy por cambiarle el nombre a “billete de solo ida”.
    Además de la estupenda información que contiene me encanta como lo contais, se nota que lo habéis vivido con intensidad.
    Por favor, podeis pasarme el contacto de Supriyadi porque me voy a reservar unos días para Sukamade

    Muchas gracias por todo y un cordial saludo

    Reply
    • Conbilletedevuelta Post author

      Hola Tono,

      lo primero de todo, darte las gracias por tu comentario.

      La verdad es que la experiencia fue maravillosa, nos alegra saber que hemos logrado transmitirlo en nuestro artículo 🙂

      Te vamos a enviar un email al correo electrónico que has usado para dejar tu comentario con los detalles para contactar con Supri. Por temas de privacidad preferimos no dejar sus datos por aquí.

      Si finalmente te decides a hacer esta experiencia, te animamos a que nos vuelvas a dejar un comentario para saber cómo ha ido 😛

      Un saludo y feliz viaje por Indonesia,

      Sergio y Ana

      Reply

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